El periodo de siembras del ciclo primavera/verano en México comienza en abril y finaliza en septiembre próximo.
Generalmente, las primeras cosechas inician en el mes de junio y concluyen en marzo del año subsecuente.
Casi tres cuartas partes de la superficie agrícola se destinan a cultivos del tipo cíclico, 54 por ciento para primavera/verano y 17 por ciento para otoño/invierno, el 29 restante es superficie destinada a cultivos del tipo perenne.
Bajo este panorama, es un hecho que habrá un impacto importante de los fuertes episodios de sequía en la producción de granos básicos y oleaginosas en el país.
Y es que, al mes de marzo, se han visto ya afectados por una sequía extrema más de mil 600 municipios, cifra que seguirá al alza si no llueve en las próximas semanas.
El nivel de las presas que abastecen al sector agropecuario de nuestro país, ha disminuido de un 36 a un 34 por ciento y, a nivel nacional, se han visto impactadas desde un 45 a un 44 por ciento menos de su capacidad.
Diversos análisis pronostican que disminuirá la producción de maíz, trigo, frijol y caña de azúcar, ya que los estados donde se registra la mayor producción son, precisamente, de los mayores afectados por la ausencia de lluvias.
De ahí la importancia de que se pongan en marcha programas emergentes (que no existen) para apoyar a los productores, sobre todo los de pequeña y mediana escala, por parte de los tres niveles de gobierno y del Legislativo.
También, es un tema de vital prioridad en la agenda de las y el candidato a la Presidencia de la República, pues impactará en el primer año de su administración, ¿a todo esto qué proponen?
Recordemos que los grandes productores agrícolas como Estados Unidos, Brasil, China y Argentina están utilizando la biotecnología para mejorar de manera considerable algunas variedades de estos granos y oleaginosas que los hacen más resistentes a la sequía.
Difícil panorama para los productores primarios de nuestro país, pero que tiene solución.