Se estima que el crecimiento del PIB agroalimentario para el año que acaba de terminar ronde el 2% lo cual se considera positivo, tomando en cuenta el impacto negativo que se ha derivado por la pandemia del Covid-19 y también por las condiciones de sequías que se presentaron a principios del 2021.
Para este 2022, se visualiza un panorama complejo para la economía en su conjunto, no siendo ajeno el sector agroalimentario; el presupuesto de egresos para la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural para este ejercicio muestra un comportamiento y monto inercial, en donde predominan los programas cuyo enfoque son más de índole asistencial, más que para elevar la productividad del campo, por lo que no se espera que estos recursos puedan tener un impacto real en el desarrollo del sector.
Por otra parte, hay incrementos en los precios de muchos de los insumos que se utilizan para la producción de alimentos, como los fertilizantes, lo cual impactará en la rentabilidad; el financiamiento hacia el sector tampoco se ha detonado, principalmente en la Financiera Nacional de Desarrollo (FND), aun siendo que incluso a inicios de la pandemia y al cierre del 2020 fue la única actividad económica que mostró crecimiento.
Vemos un panorama de claroscuros para el tema del sector agroalimentario nacional; por una parte, complicado el escenario para la producción de granos y oleaginosas, que compiten con costos más bajos y apoyos de gobierno que reciben productores de otros países (de Estados Unidos principalmente) y que en nuestro país están limitados solo a pequeños productores, dejando a los productores comerciales a la deriva, compitiendo en condiciones muy desiguales. El año 2021 se caracterizó por un incremento muy importante en las compras del exterior de granos y oleaginosas y, ante la falta de una política pública clara para la sustitución de importaciones, las perspectivas son de que continúen incrementándose y elevando el nivel de dependencia del exterior.
Es por esto que el Comité Nacional Sistema Producto Oleaginosas sigue buscando presupuesto con las diferentes instituciones nacionales para proyectos de investigación de nuevas variedades de soya que tengan mejores rendimientos y por lo tanto una mayor producción y se reduzcan las importaciones.