El dinamismo del sector agroexportador se ha consolidado como una de las principales fuentes de captación de divisas para el país, superando a la Inversión Extranjera Directa (IED), es decir, a todas las inversiones productivas que vienen a instalar empresas de todo el mundo y que el año pasado ascendieron a 27,612 millones de dólares.
Durante el periodo enero-septiembre 2021, la exportación nacional de alimentos generó divisas por 32,753 millones de dólares, mientras que importamos 27,339 millones de dólares, lo que significa un saldo positivo de 5,415 millones de dólares.
Sin embargo, este saldo positivo por primera vez significa un retroceso en relación a la tendencia de crecimiento que se mantenía ascendente en los últimos 6 años.
Esto se explica principalmente por el gran incremento de las importaciones de granos y oleaginosas del 39% en este periodo, lo que implica una caída del índice de seguridad alimentaria del 5%.
Por otro lado, la apertura comercial nos arroja un balance de granos y oleaginosas con una mayor dependencia de las importaciones, ya que solo producimos actualmente el 55% de lo que producimos, muy lejos de la meta del 75% establecida por la FAO, por lo que se debe poner especial atención en las políticas públicas para revertir esta tendencia.
A pesar de que contamos con 13 tratados de libre comercio con 53 países, seguimos prácticamente dependiendo del mercado estadounidense hacia donde enviamos el 78% de nuestras exportaciones de alimentos, razón por la cual es importante promover una mayor diversificación de estos mercados.
Este Comité Nacional Sistema Producto Oleaginosas está seguro de que para disminuir las importaciones de este sector se requiere un rediseño de políticas y estrategias tanto productivas como sociales que alienten a los productores a ser más eficientes en sus prácticas agrícolas ya que estos constituyen la base fundamental de la soberanía alimentaria de México.