El Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (Inca) cuenta con variedades de soya de ciclo corto que en 75 u 80 días se pueden cosechar, lo cual permite su siembra más de una vez al año y contribuye a la soberanía alimentaria del país, afirmó este martes la Doctora en Ciencias Agrícolas María Caridad González Cepero, investigadora titular del centro.
Si bien ese era un cultivo no priorizado en el país, ahora se le está dando un énfasis particular, gracias a ser una fuente de proteína vegetal que sustituye importaciones, por sus buenos rendimientos, señaló la especialista en conferencia de prensa.
Consideró de oportuno haber logrado variedades de ciclo corto en los momentos actuales cuando las medidas del bloqueo norteamericano son más fuertes.
González Cepero explicó que en el país existen cuatro mutantes de soya en proceso de registro y seis ya registrados, los cuales se han cultivado a pequeña escala en zonas como Jovellanos, en Matanzas, y San Nicolás de Bari, en Mayabeque; uno de ellos es el de grano blanco, muy útil para la producción de leche y yogurt, precisó.
Las variedades encontradas por los científicos cubanos tienen, además de la categoría de ciclo corto, la ventaja de que mejoran los suelos donde son cultivadas y son resistentes a estreses abióticos y bióticos como la sequía, la salinidad y las altas temperaturas.
Como un cultivo estratégico que beneficia al país califica la Doctora en Ciencias a la soya, ya que además es esencial para el alimento animal, pero que requiere de cierta infraestructura y apoyo para su plantación.
Héctor David Nakayama, investigador de la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay, quien realiza en el Inca un doctorado sobre el mejoramiento de cultivo con introducción de mutaciones, explicó a la prensa que trabaja en varios proyectos en el país.
Con el auspicio del Proyecto Regional de Energía Atómica, del cual Cuba es parte, investigan sobre plantas como la soya, ajonjolí, maní, estevia, pasto como forraje y ornamentales, con el fin de encontrar variedades que resistan los efectos del cambio climático, como la sequía, especificó Nakayama.
El Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas arribará el próximo año a su aniversario 50 de fundado, e investiga cuatro líneas fundamentales: mejoramiento genético de las plantas; biofertilizantes y nutrición de estas; ecofisiología vegetal y productos bioactivos; y manejo de agroecosistemas sostenibles.