Durante 2019 la producción agroalimentaria en México alcanzó una cifra récord con un total de 282.5 millones de toneladas métricas, pero de acuerdo con el reporte Perspectivas agroalimentarias 2020 este año la industria no alcanzará esos números debido, entre otras razones, a los efectos del cambio climático.
El escenario que se prevé para este sector durante el año es una producción de 275.3 millones de toneladas métricas, lo que representaría una disminución de 2.5% en relación con cifras del periodo anterior.
“Los pronósticos para el sector agroalimentario del país se mantendrán y, por sexto año consecutivo, tendrá una balanza comercial superavitaria por arriba de los diez mil millones de dólares, pero en contraste las políticas públicas para alcanzar la autosuficiencia alimentaria en granos y oleaginosas no tendrán impacto en la producción para 2020”, indicó durante la presentación del informe Carlos Anaya, director general del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
Se espera además un incremento en las exportaciones de 5%, equivalente a 39.3 millones de dólares, manteniéndose como el tercer sector exportador a nivel nacional, solo por debajo de manufacturas y automotriz, pero por arriba de remesas, petróleo y turismo.
Otros datos que revela el estudio son las posiciones que ocupa México en la producción agropecuaria mundial: quinto en cosecha de frutas y hortalizas, sexto en el área agroindustrial, séptimo en generación de proteína animal y décimo en recolección de granos y oleaginosas.
Retos
El reporte señala que el subsector de frutas y hortalizas seguirá explotando su ventaja competitiva para abastecer al mercado de Estados Unidos, pero la competencia por dicho mercado será cada vez más cerrada debido a la participación de países sudamericanos en la producción de productos como aguacate, berries, espárragos y cítricos, entre otros; mientras que la apreciación del tipo de cambio restará competitividad a dichos productos.
“También factores como sequías en algunas regiones del país para productos como frijol, caña de azúcar, entre otros, son temas que van a impactar en los resultados de este año”, expresó Anaya.
Otro posible riesgo es la pérdida del estatus sanitario debido a la falta de gasto público en inocuidad y sanidad, por lo que será de vital importancia que productores y autoridades locales se apeguen a las mejores prácticas de producción.
“Además de la incertidumbre política y económica nos enfrentamos a riesgos de salud. Por ejemplo China, una de las economías clave, ha tenido diversas contingencias sanitarias iniciando por la fiebre porcina africana, la cual mermó 40% del hato porcino del país y se ha propagado por Asia, Oriente Medio y Europa del Este”.
A lo anterior, agregó, se suma la aparición del coronavirus, que genera restricciones bidireccionales sobre el comercio y el tránsito de personas hacia China.
Por último se sumó en el mes de febrero un brote de gripe aviar variedad H5N6 que es mortal para el ser humano.
Debido a ello, recalcó, el crecimiento de la producción y las exportaciones no se puede entender sin el cuidado fito y zoosanitario que se ha desarrollado a lo largo de décadas y significa la llave de entrada a los mercados internacionales, garantizando asimismo el abasto inocuo y sano al mercado doméstico de alimentos.
No obstante subrayó que pese a la coyuntura mundial tan complicada el sector agroalimentario mexicano aprovecha cada oportunidad para hacer gala sobre el potencial que se tiene.
En este sentido la producción agroindustrial continúa siendo una de las actividades más rentables dentro del sector agrícola. Esto se debe al valor y nivel de producción por hectárea; sin embargo “la estructura de subsidios a la producción de caña de azúcar promueve el incremento de la superficie sembrada y la sobreproducción de azúcar, que debe exportarse a niveles por debajo del precio doméstico. Dicha sobreproducción podría generar una caída en los precios en el futuro y con ello un problema sistémico que impactará a más de 182 mil abastecedores de caña”, indica el informe.
TMEC
Sobre los capítulos del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), Anaya comentó que las reglas de cuidado al medio ambiente y responsabilidad social podrían convertirse en barreras técnicas de comercio internacional para productos como aguacate (derivado de la deforestación) o de la pesca (por sobreexplotación).
Sostuvo que estos términos podrían generar amenazas para el sector exportador agroalimentario de México, aunque consideró que la modernización del TLCAN era necesaria.
“La renegociación del Tratado de Libre Comercio en el capítulo agropecuario no fue tan álgida como otros apartados del acuerdo, lo cual tiene mucho sentido ya que Estados Unidos es el principal proveedor de granos en el mundo y México es el mayor importador de maíz amarillo con alrededor de 16 millones de toneladas anuales”, dijo.
No obstante, agregó, en el nuevo texto se observan condiciones favorables como el reconocimiento al tequila y mezcal como productos distintivos de México.
Políticas públicas
Finalmente señaló que con el nuevo modelo de políticas públicas, enfocado en la producción de granos, “es poco probable que se alcance la autosuficiencia alimentaria; de hecho el país importará más granos básicos en 2020 que el año anterior”.
Destacó que si bien el cambio en las políticas públicas no significa una crisis para el sector en el corto plazo, bien puede generar efectos no deseados como pérdida del estatus fito y zoosanitario, desarticulación de la cadena de suministro de grano, contracción del crédito al sector, disminución de la inversión de capital y retraso en la adopción de nuevas tecnologías.