La primera Expo Agro Sustentable del Évora, Sinaloa, demostró el potencial de siembra de segundos ciclos aprovechando rastrojos; se usa labranza mínima y microorganismos.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) impulsa la generalización de las prácticas de agricultura sustentable en todo el país.
Cada vez más productores de granos y oleaginosas de la región del Évora, en el norte de Sinaloa, adoptan prácticas agrícolas sustentables, como la mínima labranza o labranza cero, el control biológico de plagas y la aplicación de microorganismos en suelo y plantas, y de esa forma constatan una baja sustancial en sus costos al reducir o incluso eliminar el uso de agroquímicos, y una mejora en rendimientos.
Con este tipo de prácticas se contribuye a generar una oferta alimentaria sana y de calidad, a elevar la disponibilidad nacional de alimentos y disminuir la dependencia de importaciones, así como a mejorar el ingreso de los productores.
En el marco de la primera edición de la Expo Agro
Sustentable del Évora, organizada por La Junta
Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora, el Club de Mínima Labranza y el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT), el director general de Logística y Alimentación de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), Héctor Robles Berlanga, manifestó que es indispensable generalizar en el país las prácticas de agricultura sustentable, amigables con el medio ambiente, tal como ya lo hacen productores del Évora –región que integra a los municipios de Mocorito, Salvador Alvarado y Angostura.
“Es hora de que se comience a ver al suelo como un ente vivo, que no se sigan aplicando más agroquímicos, que se suministren más bioinsumos y de esa forma mejorar el rendimiento de los cultivos y bajar, sobre todo, costos de producción”, aseguró.
En el encuentro, realizado en Angostura del 24 al 26 de julio, los asistentes realizaron una visita de campo a predios demostrativos del productor Alonso Félix, en siembras de primavera/verano (de soya, en tierra donde se sembró trigo durante otoño/invierno, y de ajonjolí, en un predio que tuvo garbanzo otoño/invierno).
El productor informó que en sus siembras aprovechó la materia orgánica del anterior cultivo, mismas que enriqueció con microorganismos, y utilizó control biológico para prevenir plagas.
Explicó que en el caso de la soya se realizó mínima labranza y fue utilizada una variedad de porte pequeño en el ajonjolí, debido a que se facilita la trilla y resulta más rendidora. No se empleó –agregó-fertilizante químico.
Explicó que estas técnicas le representan una reducción considerable de costos y le permiten utilizar su tierra todo el año, además de mejorar la condición de salud de sus suelos con este doble cultivo.
El director de la Junta de Sanidad del Évora, Mario Urías, afirmó: “Queremos que los productores se capaciten y utilicen este tipo de estrategias, de bajar costos en la preparación de los terrenos; que aprovechen los residuos de cosechas para el siguiente cultivo, utilizándolos como materia orgánica”.
Además, dijo, hay agricultores que están usando microorganismos, que se producen en una biofábrica propiedad de la Junta de Sanidad. “Los microorganismos nos ayudan a remediar algunos problemas del suelo y ponen a disposición del cultivo siguiente los nutrientes y los elementos que debe aprovechar la planta”, explicó.
Agregó que la práctica de la labranza mínima junto con microorganismos, utilizada en unas mil 200 hectáreas en el ciclo otoño/invierno 2018/19, se triplicará seguramente en el ciclo 2019/20 debido a sus excelentes resultados. “La intención de impulsar la agricultura sustentable es bajar costos y obtener cosechas de muy buena calidad que no tengan residuos tóxicos, sin sacrificar el rendimiento en las cosechas y, por el contrario, elevar la producción”.
El presidente del Club de Mínima Labranza, José Luis Arredondo Sandoval, destacó la importancia de recuperar la siembra de cultivos como el ajonjolí, el cual cuenta con mercados nacionales e internacionales con buen precio.