En fechas recientes, los ojos de México se han tornado hacia San Quintín, localidad perteneciente a Ensenada, Baja California, en la cual los jornaleros agrícolas realizaron una huelga en reclamo de mejores condiciones de trabajo.
Se estima que en este municipio viven en situación muy precaria más de 80 mil personas, población compuesta principalmente por jornaleros y sus familias que se emplean en la producción de hortalizas y frutas, por lo cual enfrentan varios problemas: largas y pesadas jornadas de hasta 15 horas, falta de equipo de protección para el uso de agroquímicos que ponen en riesgo su salud, bajos salarios, contratos informales por medio de ‘enganchadores’ y una mínima relación obrero-patrón.
Los cultivadores de oleaginosas tienen problemas similares a los de San Quintín, ya que también están expuestos a un mal manejo de pesticidas, salarios deficientes y, en respuesta a las largas temporadas de siembra y cosecha, muchas horas de trabajo diario.
Por ello, tanto los trabajadores agrícolas de San Quintín como los de oleaginosas nos invitan a reflexionar y a tomar decisiones concretas con las que se puede contribuir a mejorar sus condiciones laborales y de vida.
En materia de salud; por ejemplo, es relativamente sencillo hacer más eficiente el uso de agroquímicos y disposición de los envases vacíos, colocándolos en un lugar especial. En apoyo a la capacitación, es conveniente promover la asistencia a los talleres de mecanización que ofrecen los centros de investigación y las universidades agrícolas. Y, en cuanto a los ingresos del trabajador agrícola, es necesario revisar que exista un pago justo, de acuerdo con el análisis de los costos de producción.
Con condiciones dignas, el trabajo de los jornaleros se verá reflejado en una mayor productividad de las tierras, en beneficio de ellos mismos y sus familias, de los empresarios agrícolas y de la cadena productiva en su conjunto.