• Existen 6 mil extensionista para atender 5.4 millones de unidades productivas /Falta de innovación limita potencial productivo.
El agro mexicano vive el surrealismo de los cuentos campiranos: los presupuestos crecen, pero también la improductividad y la ineficiencia de los agricultores y autoridades. El problema –dicen los expertos– más que el dinero, es la falta de capacitación y aplicación adecuada de innovaciones tecnológicas. Hay una explicación matemática: para atender 5.4 millones de unidades productivas, hay sólo 6 mil extensionistas.
Hubo un tiempo en el que el número de extensionistas rurales en territorio mexicano llegó a 25 mil, pero el adelgazamiento del Estado y las políticas neoliberales para el campo los pulverizó, dejando en el desempleo a miles de agrónomos que hoy se dedican a otras actividades distintas a su formación profesional.
En el marco del seminario internacional “Desarrollo de capacidades, innovación y extensionismo para democratizar la productividad en los territorios rurales”, realizado con motivo de la conmemoración de los 40 años de la creación del INCA Rural, organismos internacionales y expertos en el tema plantearon que deben implementarse nuevos esquemas de extensionismo, donde no sólo se contemple la trasferencia de tecnología o capacitación tradicional, sino se incluyan aspectos de mercado, comercialización, logística e, incluso escenarios de cambio climático.
En su participación, la representante de la FAO en México, Nuria Urquía Fernández, expuso que desde 1960 a la fecha la producción agrícola per cápita en el planeta aumentó 48 por ciento, para lo cual “un factor fundamental detrás de ese fantástico crecimiento, fue la importante inversión en investigación agrícola y en su difusión y adopción mundial”.
Puntualizó que en dicho periodo la población mundial se ha expandido 126 por ciento, mientras que la producción global de cereales se triplicó, aun cuando la tierra cosechada aumentó sólo 8 por ciento.
Nuria Urquía asentó que la innovación contribuye a incrementar la productividad agrícola y que el margen de mejora entre el rendimiento actual y el potencial que se tiene es del 76 por ciento en el caso de África Subsahariana; del 65 por ciento en Centro América y el Caribe; del 64 por ciento en Asia Central; del 55 por ciento en Asia del Sur; del 52 por ciento en América; del 33 por ciento en Norteamérica y del 36 por ciento en el Oeste y Centro de Europa.
En el panel Modelos de gestión de conocimiento en los sistemas de extensionismo para la competitividad de los territorios rurales de América Latina, la representante de la FAO en México también habló de la importancia que tiene la inversión en investigación y desarrollo, donde en 2009 los países de altos ingresos absorbieron 48 por ciento y los de ingresos bajos y medianos 52 por ciento. Destacó que tres países de ingresos bajos y medios, como China, India y Brasil concentraron 19, 7 y 5 por ciento del gasto mundial en estos rubros, respectivamente.
En tanto los niveles de gasto en investigación y desarrollo por parte de los países de bajos ingresos son muy reducidos, ya que en 2009 representaron sólo 2.1 por ciento del total, por debajo del 2.4 por ciento de participación en 1960.
Urquía Fernández subrayó que “la inversión en investigación y extensión es una de las estrategias más efectivas de apoyo a la innovación para mejorar el crecimientos sostenible de la productividad agrícola”
Por ello, destacó la necesidad de fomentar un nuevo modelo de extensionismo rural, el cual debe pasar de un esquema apoyado al 100 por ciento por fondos públicos a otro que además considere la ejecución público privada; de un sistema nacional de cobertura a uno variable, que incluya outsourcing de servicios y extensión; de un sistema vertical a uno integral, donde participe el productor; de uno enfocado a tecnología a visualizar problemas, mercado y condiciones locales; de fomentar sólo la producción a incluir aspectos como el desarrollo rural, ingresos y cambio climático.
Expresó que es necesario un cambio de enfoque en el tipo de extensionismo que se necesita para desarrollar las capacidades de los productores y favorecer la innovación. Añadió que las instituciones de educación deben implicarse en este proceso, con desarrollo de materiales de formación sobre gestión productiva, marketing, cooperativismo, entre otros rubros.
Matizó que los productores necesitan ocupar un papel central en cualquier estrategia de promoción de la innovación, pero no podrán contribuir efectivamente sino son apoyados por las políticas públicas.” Los productores participan cuando la investigación es relevante para ellos y pueden entender a los investigadores, con resultados probados en proyectos de mejora participativa.
El director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Víctor Villalobos Arámbula, expresó en su oportunidad que “ante al nuevo paradigma que necesita la agricultura para ser competitiva, sustentable, inclusiva y adaptada al cambio climático, se requiere también un nuevo extensionista”.
Los extensionistas –detalló– necesitan habilidades en comunicación, mercadeo, procesos de cambio social y competencias técnicas, lo que implica una mejora curricular, incluida la preparación universitaria.
Consideró urgente preparar a nuevas generaciones de extensionistas, quienes deberán incorporar las dimensiones socioculturales y ambientales a su gestión, y capacidades para construir espacios de convergencia con otras disciplinas.
El perfil de un extensionista –definió– deberá contar con respaldo y una base en una política pública de largo plazo que tenga como objetivo fundamental la calidad de vida de los más pobres, basado en una estrategia de desarrollo rural territorial.
El director general del IICA coincidió con los panelistas en el sentido de que la extensión debe ser percibida como parte de un sistema de innovación y pilar fundamental del proceso de transformación económica, social, ambiental y territorial.
Hace dos décadas México contaba con 25 mil extensionistas, hoy la tarea la realizan 6 mil PSP (prestadores de servicios profesionales), muchos de los cuales no son profesionistas, perciben bajos salarios y enfrentan la falta de incentivos, lo que genera un sistema “condenado a la mediocridad”, afirma el Análisis del extensionismo agrícola en México, elaborado por la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE).
Y es que como dice el director general del Colegio de Postgraduados, Jesús Moncada: “en México el eslabón perdido del campo es el extensionismo”.