Si consideramos que el empleo en el sector primario representa 14.3% del total del empleo nacional y el sector aportó 3.7% del PIB total en el último trimestre del 2012, saltan a la vista un par de condiciones: 1) el sector agropecuario es una importante fuente de empleo para el país, y 2) la productividad y, por lo tanto, la remuneración es menor que en los sectores industrial y de servicios.
Bajo este enfoque, el problema de productividad del campo no se acota a la productividad física, sino económica, lo que significa que no es un problema técnico, sino económico.
Es decir, para que se eleve la productividad económica generada del empleo en el campo, se requiere encontrar formas de captación de un mayor valor.
Sin embargo, a diferencia de otros sectores, la productividad del campo enfrenta limitantes por definición que no pueden contribuir a este crecimiento del valor y nos referimos a que el valor agregado por la agricultura no puede pasar por la industrialización o por el servicio, porque, entonces, se considera como parte del valor agregado de otro sector.
Asimismo, la creación de valor agropecuario enfrenta límites físicos, toda vez que cualquier país tiene una determinada superficie en la que se pueden desarrollar las actividades agropecuarias.
Adicionalmente, para caracterizar un poco más el problema del empleo agropecuario, resulta que éste es uno de los sectores con mayor incidencia de empleo informal.
De acuerdo con información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, del total del personal ocupado en el sector primario, tan sólo 6.8% se encontraba registrado ante el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Si bien es cierto que estas restricciones complican la productividad económica del empleo agropecuario, también es cierto que es el sector en que los cambios tecnológicos producen el mayor impacto en generación de valor, como ha sucedido en países como República Dominicana y Brasil que, en los últimos 10 años, han duplicado la productividad económica de la fuerza de trabajo en el sector agropecuario gracias a consistentes cambios tecnológicos en este sector.
Es en este contexto que, para el sector primario, tiene especial relevancia el fomentar la formalidad de los empleos desde un enfoque integral que involucre el incremento en productividad como resultado de un incremento en la inversión productiva, el incremento en el financiamiento, la redefinición de la educación, una nueva legislación laboral y la institución de un Comité Nacional de Competitividad.