Última actualización: Feb 11th, 2022 - 09:25:19 |
El
desarrollo del sector rural mexicano es una necesidad nacional imperante, pues
en él habita 23% de la población del país y su contribución al Producto Interno
Bruto no rebasa 4%, lo que denota la baja productividad de las actividades que
se llevan a cabo en este medio y, por ende, la condición de vulnerabilidad de
la mayoría de sus habitantes. En este sentido, la inversión en capital fijo de
tipo productivo es apropiada para alcanzar el crecimiento de los productores de
este medio.
Según
el Diagnóstico del Sector Agropecuario y Pesquero, realizado en el 2012 por la
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación,
en este sector se ubican 5.32 millones de unidades productivas, de las cuales
79.6% son pequeñas y enfrentan problemas de baja dotación de activos, pues
tienen un nivel menor al promedio nacional ubicado en 132,051 pesos,
considerado como umbral crítico; esto es, con una cantidad inferior no es
posible el acceso a los mercados y el desarrollo sostenido.
Con
un bajo nivel de capitalización es de esperarse que los ingresos de las
unidades productivas también lo sean y que esto repercuta en la disminución de
la capacidad de ahorro, de acceso a crédito y, por lo tanto de invertir,
creándose así un ciclo que limita la posibilidad de cambio.
Sin
embargo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura, la principal fuente de inversión en el sector es
precisamente la que proviene de las unidades productivas, que se esfuerzan en
este sentido porque perciben que de este modo tendrán mayor oportunidad de
aumentar sus ingresos, diversificarlos y hacer crecer su patrimonio.
Desafortunadamente,
esta situación no necesariamente se ha materializado y el tamaño de las
unidades productivas nacionales sigue siendo pequeño, la inversión privada
insuficiente, al igual que su nivel de capitalización. Las razones son
diversas, entre las que destacan las relacionadas con la variabilidad e ineficiencias
en la producción y comercialización y el entorno cambiante de los mercados.
Así,
la participación gubernamental es un complemento adecuado de la inversión
privada, debido a su capacidad de regular el entorno comercial y a realizar
inversiones públicas que desarrollen infraestructura física útil para la mejor
ejecución de los procesos productivos y de comercialización de los productores,
por ejemplo, carreteras, instalaciones para transformación, almacenaje,
distribución, pues implementa estrategias de una atención diferenciada a los
sectores más vulnerables, además de que destina y prioriza recursos para la
inversión mediante el financiamiento, a fin de generar una estructura que
permita a los productores potenciar el uso de sus bienes.
La
capitalización de los productores es importante porque impacta de manera
directa en su productividad y crecimiento, y para lograr este efecto
es necesario complementar el actuar privado con el público, ya que por sí solos
la participación de los productores o los incentivos gubernamentales son
insuficientes.
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