Última actualización: Feb 11th, 2022 - 09:25:19 |
Hasta hace algunos años, la política comercial de México ganó reconocimiento como una de las más liberales del mundo, al negociar tratados de libre comercio con los países y regiones más importantes del planeta; consiguiendo así, acceso a nuevos mercados en condiciones de competencia justa, leal y transparente, es decir, de competencia en una cancha pareja.
En años recientes, las autoridades de la Secretaría de Economía han dado un giro completamente opuesto a esta visión del comercio internacional y de la estrategia para incrementar la productividad y competitividad de nuestro país.
Hoy, la política arancelaria unilateral instrumentada por la Secretaría de Economía, sin contar con la opinión del sector industrial otorga acceso y concesiones al mercado mexicano a cambio de nada y lesiona de manera considerable la labor que realizan las empresas mexicanas a favor de la generación de empleos y capital en México, en tiempos en los que, precisamente, no se ha tenido la capacidad de generar los buenos trabajos que los mexicanos demandan.
Esta política arancelaria unilateral, seguida de por la Secretaría de Economía, desarticula las cadenas productivas agroindustriales, genera desconfianza en el productor primario y crea un entorno de incertidumbre que desincentiva continuar con los planes de inversión de los industriales en el país, como ha sido expresado por la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (CONCAMIN), organismo cúpula del sector empresarial, y, en particular, por el sector acerero y la industria aceitera nacional.
La desgravación unilateral a la importación de aceites y el riesgo de desarticulación de la cadena de oleaginosas
La industria aceitera ha privilegiado la integración de la cadena productiva de las oleaginosas, principalmente con los productores agrícolas, y en conjunto con todos los eslabones que la integran, se han desarrollado proyectos de inversión de largo plazo que tienen como fin, entregar al consumidor final productos oleicos de la mejor calidad y con los precios de los mercados internacionales.
Por ello, especialmente en los últimos tres años los integrantes de la cadena de oleaginosas nos comprometimos a trabajar muy de cerca con las Secretarías de Agricultura y de Economía para consolidarla, con dos objetivos fundamentales: el productor primario y el consumidor.
El productor primario contaría con una opción rentable de cultivo, con mayores ingresos y con la garantía de comercialización de su cosecha. Mientras que el consumidor recibiría de las empresas aceiteras productos de calidad mundial, en términos de salud y nutrición: aceites embotellados sin grasas trans.
Y, gracias al fortalecimiento de la cadena agroindustrial de oleaginosas, el consumidor mexicano estaría “blindado” contra la alta volatilidad de los precios de los commodities agrícolas internacionales que se ha presentado en los últimos meses y recibiría aceites embotellados a precios competitivos.
Estos eran básicamente los compromisos que la cadena nacional de oleaginosas adquirió y que ha cumplido cabalmente. El único compromiso del gobierno federal era mantener un entorno que permitiera precisamente la concreción de dichos proyectos.
Entonces, ¿por qué la Secretaría de Economía decidió unilateralmente romper con estos acuerdos y decretar una nueva reducción y posterior eliminación arancelaria?
Desgravación unilateral que impacta negativamente tanto al campo mexicano, como a los consumidores:
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Disminuirían los ingresos de los productores primarios y, aún más grave, se canela una opción de cultivo más rentable como son las oleaginosas, la palma de aceite y el coco.
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Sin una cadena productiva fuerte en el país, que amortigüe el impacto de los cambios en los precios internacionales, el consumidor mexicano queda totalmente expuesto a los vaivenes del mercado mundial y a las políticas comerciales de subsidios y restricciones a la exportación que decidan instrumentar los proveedores extranjeros.
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La reducción y posterior eliminación y posterior eliminación de aranceles no garantiza un beneficio en precios para los consumidores, cuando la causa principal de las alzas es el gran incremento en los costos de las materias primas del mercado internacional y no los aranceles.
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México está otorgando concesiones a cambio de nada a todo el mundo y premia especialmente a países como Argentina y Brasil, que hace algunos meses decidieron unilateralmente dejar sin efecto un acuerdo comercial del sector automotriz.
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Se pondrá a competir tanta a los productores agrícolas nacionales así como a la industria de aceites, grasas y proteínas, en condiciones de franca desventaja derivadas de las prácticas comerciales desleales que realizan países como Malasia, Indonesia, Rusia, Ucrania, Brasil y Argentina que mantienen esquemas de aranceles diferenciados a la exportación que funcionan como subsidios a las exportaciones de productos terminados.
Hoy, quienes integramos la cadena de oleaginosas estamos preocupados por estas decisiones de apertura unilateral comprendidas contra nuestro sector por la Secretaría de Economía. Medidas injustificadas y no consensuadas que ponen en grave peligro inversiones millonarias de parte del propio gobierno federal y de la iniciativa privada en programas de desarrollo agrícola y de mejora en la planta industrial.
Se rompe así con el objetivo primordial de fortalecer la cadena agroindustrial de oleaginosas: desde el campo agrícola hasta llegar a los hogares de los consumidores mexicanos con productos de calidad y a precios competitivos internacionalmente.
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