Última actualización: Feb 11th, 2022 - 09:25:19 |
Para incrementar la producción de oleaginosas en México, es necesario experimentar y evaluar las ventajas y desventajas de la biotecnología agrícola; especialmente, con la soya y la canola, cultivos no originarios y de gran potencial económico.
Desde hace unos quince años, la agricultura biotecnológica ha dado excelentes resultados en muchos países del mundo; no obstante, en nuestro país, persisten ideas contradictorias que limitan la investigación del tema y, en consecuencia, el retraso de proyectos científicos en torno a esta tecnología que ha revolucionado la agricultura.
Existen razones suficientes para que los productores mexicanos aprovechen las semillas oleaginosas genéticamente modificadas ya disponibles en el mercado, como son las resistentes a plagas, enfermedades, sequía y las que tienen cualidades específicas en el contenido de ácidos grasos de cadena larga. Es necesario, por tanto, empezar con campos experimentales en diferentes regiones a fin de tener las herramientas necesarias para asegurar una producción exitosa y enfrentar la cada vez mayor escasez de agua, períodos de sequía prolongados, persistencia de plagas y enfermedades que en la actualidad diezman hasta el 30 por ciento de las cosechas, y por supuesto, tener oferta de semillas con la calidad que requiere la industria aceitera.
Las pruebas con diferentes variedades de semillas biotecnológicas para el cultivo de soya en México son necesarias para calcular los costos, rendimiento y calidad en relación con la superficie cultivada. Es momento propicio para evaluar, si en comparación con técnicas tradicionales, las variedades transgénicas son efectivamente más rentables.
A diferencia del maíz, planta originaria con enorme diversidad genética en México y factor de restricción para el cultivo del transgénico; la soya y la canola son plantas no originarias y por tanto, con las precauciones necesarias, podrán ser cultivos exitosos; aunque, control especial requiere la canola porque el tamaño de la semilla puede dispersarse fácilmente, contaminar otras áreas de cultivos, o causar problemas al cruzarse con el nabo o mostacilla silvestre.
Desde luego, es requisito indispensable adquirir el compromiso de utilizar las tierras mexicanas con biotecnología agrícola de soya y canola, atendiendo con el mayor respeto al medio ambiente, las patentes, la investigación y la educación bajo los lineamientos de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados.
En definitiva; retrasar más esta oportunidad significaría para México ampliar la brecha al desarrollo tecnológico y pérdida de competitividad respecto a los principales socios comerciales, quienes ya emprendieron la carrera de la biotecnología agrícola en oleaginosas; mientras, que México todavía se tambalea para dar el primer paso.
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